Mary Poppins es uno de los personajes más emblemáticos a nivel mundial, tanto por su fama de «la niñera perfecta» como por los libros que le dieron vida y las películas que la hicieron reconocida mundialmente. Sin embargo, a pesar de que muchos (me incluyo) nos quedamos con la imagen estricta y semi azucarada que nos entregó Disney, en las novelas es una institutriz con características… diferentes.
1. Es egocéntrica
Mary es una persona que solo piensa en sí misma, colocándose como el centro de la atención de los demás. Incluso, cuando la señora Banks la contrata, Mary le dice que la única condición que pone es que deben contentarla a ella y priorizar su alegría por encima de la de los niños a los que ahora va a cuidar.
¿Qué clase de institutriz condiciona su trabajo de esa manera? Y no, no lo pide porque quiera estar de buen humor para atender mejor a los niños, porque ella jamás está de buen humor.
2. Es malhumorada e intimidante
Mary no duda en lanzar gestos despreciativos o en suspirar con enojo cuando los niños hacen algo que no le parece; así es como los mantiene controlados. De hecho, cuando está a punto a marcharse al final del primer libro, por fin se muestra más serena, tanto que los niños le piden que se enfade y enoje para que puedan sentir que es la misma de siempre.
«Michael se dio cuenta de que era imposible mirar a Mary Poppins y desobedecerla. Había en ella algo extraño y asombroso, algo que daba miedo y, a la vez, resultaba la mar de emocionante».
3. Es narcisista
A pesar de que Mary está en contra de que la hagan perder el tiempo, ella sí gasta muchos minutos de su día deteniéndose frente a los escaparates de los negocios para ver su reflejo y admirarse. Se cree el artífice de la perfección.
«Mary Poppins, al ver tres reflejos suyos, cada uno con su abrigo azul de botones plateados y su sombrero azul a juego, suspiró satisfecha. Le parecía una imagen tan encantadora que le hubiera gustado que fueran doce, treinta incluso».
4. Es despreciativa
Mary no duda en insultar a los niños ni en maldecir frente a ellos, a pesar de que considera ese tipo de comportamiento en otros muy desagradables. Hay situaciones donde uno se pregunta si realmente le gusta su trabajo como institutriz o si en secreto le desesperan los niños y usa esa labor para darse el gusto de fastidiarlos.
—Pregúntaselo a él. Seguro lo sabe. ¡Para eso es don sabelotodo! —dijo Mary Poppins, haciendo un gesto despectivo con la cabeza en dirección a Michael.
¡Maldito gorrión! —exclamó Mary Poppins.
—Ojalá fuéramos invisibles —dijo Michael, después de que Mary Poppins le soltara que el solo hecho de verle era más de lo que cualquier persona que se tuviera cierta estima a sí misma sería capaz de soportar.
—Ah, no, muchas gracias, con unas hienas y unos orangutanes como ustedes ya tengo zoológico de sobra —les dijo Mary Poppins a los niños.
5. Le hace creer a los niños que están locos
Con Mary, las aventuras y la magia están aseguradas. En el primer libro visitan el zoológico de noche, donde los humanos son los que están enjaulados; toman el té con el tío de Mary en una mesa flotante y en otra ocasión visitan a una anciana cuyos dedos son de caramelo. Pero, en cuanto aquellas situaciones terminan y los niños le hacen preguntas o le comentan algo referente a lo ocurrido, ella finge que jamás pasó, haciéndoles pensar que todo fue un invento de su cabeza, como si estuvieran mal de la cabeza.
A pesar de que cada una de estas características la hacen un personaje único, incómodo, quizá hasta cuestionable, es lo que la han convertido en emblemática. No todos los protagonistas de la literatura infantil deben ser azucarados. Es por eso que sus libros se siguen leyendo a poco menos de 90 años de su primera publicación.
¿Y tú ya leíste algunos de los libros? Compártemelo en la cajita de comentarios.
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