Entre muchas de las bondades que vinieron con el éxito de Anna Kadabra, la brujita de magia arcoíris, de Pedro Mañas y David Sierra Listón, se encuentra esta nueva entrega protagonizada por su mejor amigo: Marcus Pocus. Uno podría creer que tiene una trama similar, pero es todo lo contrario. He aquí por qué me parece una serie derivada sumamente encantadora.
¿De qué va la historia?
Marcus, hijo de padres divorciados, deja el pueblo de Moonville por unos días para visitar a su padre en la ciudad, quien es dueño de una pizzeria. Sin embargo, todo cambia para el pequeño brujo una tarde lluviosa en la que se refugia en una tienda de cachivaches curiosos... que resultan ser artefactos mágicos.
Por un pequeño percance, termina trabajando como repartidor de la tienda junto con la ayuda de su queridísima amiga, Anna Kadabra. Lo que no imagina es que las entregas no son a dos cuadras, sino a varias décadas atrás. Ahora ambos brujitos se enfrentarán a la magia de un armario que te devuelve en el tiempo y dos repartidores enemigos que intentarán impedir que logren hacer bien su trabajo.
Por qué recomiendo este primera entrega de Marcus Pocus
Se presenta una realidad distinta a la de la mayoría de libros infantiles, la de las familias con padres divorciados. También se habla de lo mal que Marcus se lleva con su hermana adolescente, algo común en esas edades.
A pesar de que la historia mantiene su atmósfera mágica, ocurre en un ambiente urbano, lo que se contrapone a la serie literaria Anna Kadabra.
El humor con toque dulzón tan típico de Pedrito Mañas está presente en todo momento.
Se introduce a nuevas criaturas mágicas.
Las ilustraciones y la paleta de colores son llamativas, aunque no saturadas.
Cualquier niño y adulto disfrutará de esta historia si buscan una aventura con un viaje en el tiempo, magia y animales parlantes. Recomendadísimo.
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