Lecciones de “El poder de ser vulnerable” | Cómo desarrollar autocompasión

En esta tercera parte de lo que aprendí de El poder de ser vulnerable, te comparto el mejor truco para desarrollar autocompasión, una cualidad necesaria a tener si queremos vivir en vulnerabilidad.

Pero, ¿qué es compasión y qué es autocompasión?

  • Compasión: Sentimiento de pena, de ternura y de identificación ante los males de alguien. (Real Academia Española)

  • Autocompasión: Compasión hacia uno mismo. (Real Academia Española)

Entonces, ¿cuando debemos ser compasivos con nosotros mismos?

  1. Cuando cometemos un error.

  2. Cuando le fallamos a alguien más.

  3. Cuando nos decepcionamos a nosotros mismos.

Sin embargo, aunque creamos que somos compasivos con nosotros mismos, hay situaciones de la vida cotidiana que demuestran lo contrario, y es en esas que más debemos aplicar esta cualidad.

Ejemplos de cuando NO practicamos la autocompasión:

  • Derramaste vino tinto en tu camisa blanca, así que dices cosas como «¡Soy un imbécil! ¡Qué estúpido!».

  • Faltaste al cumpleaños de tu mejor amiga porque olvidaste anotarlo en tu agenda. Te acusas con frases como «¡Soy un amigo de lo peor! ¡Soy una mala persona! ¡Qué amigo más idiota soy por olvidarme algo tan importante!».

  • Fracasaste en un proyecto o reprobaste un examen. Sueltas un «¡Soy un fracasado que todo lo hace mal siempre! ¡Es típico de mí arruinarlo todo!»

Esas son pruebas de carencia de autocompasión, que dañan y afectan la manera en que nos percibimos. Ese tipo de pensamientos y comportamientos nos conducen a ser esclavos del perfeccionismo, porque nos hacen creer que debemos ser intachables, como si no nos permitiéramos ser humanos. Por suerte, hay solución.

Truco para para desarrollar autocompasión

Ante situaciones que nos molesten, hagan sentir mal, desilusionen o frustren por acciones propias, lo esencial es preguntarnos cómo actuaríamos o qué le diríamos a una persona que admiramos mucho si estuviera en nuestro lugar. Por ejemplo...

Yo estimo mucho al autor Pedro Mañas. Sé que si él llegara a derramar vino tinto en mi camisa blanca, no le diría cosas como: «¡Eres un imbécil!». Todo lo contrario, comprendo que los accidentes pasan. Si en otra ocasión él hiriera a alguien más y se denigrara por ello, le diría que puede pedirle perdón a la persona y perdonarse a sí mismo, pues no siempre se puede ser perfecto en las relaciones; cada una conlleva su aprendizaje. O si una de sus novelas tuviera pocas ventas y él creyera que es un mal autor por esa razón, le recordaría que su talento no está a discusión, que un descenso editorial en ventas no tiene por qué definirlo ni validarlo, tan solo es parte de la vida de los escritores. Por lo tanto, le brindaría mi comprensión y compasión en cada uno de los casos.

Pues así como le mostraríamos compasión a alguien que admiramos, nos corresponde hacerlo con nosotros mismos cuando cometemos errores, recordando que somos dignos de perdón.

Así que, desde ahora, ya sabes qué hacer cuando te cueste perdonarte por un error: ofrécete la autocompasión y acepta el reto de vivir en vulnerabilidad, alejado de esa creencia que te ata al perfeccionismo.

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