‘La peor señora del mundo’: Lo que la literatura infantil puede ser

La peor señora del mundo

En la literatura infantil mexicana, existe un libro que marcó la infancia de la generación de los años noventa y de los años dosmil y que se convirtió en parte del recuerdo de los lectores. Cuando ellos crecieron, lo compraron para sus hijos. Y hablo de La peor señora del mundo, de Francisco Hinojosa.

Recién lo leí, y me parece un ejemplo perfecto de lo que la literatura infantil puede ser. Aquí te cuento por qué.

La peor señora del mundo

Una mujer perversa, desagradable, odiosa

La peor señora del mundo vive en el norte de Tarumul, en México. Le pega a sus hijos cuando sacan malas notas pero también cuando sacan buenas notas; les echa limón en los ojos, los pellizca, los maltrata y los desprecia. A sus vecinos los trata de igual o peor manera, razón por la que un día todos abandonan el pueblo. La peor señora finge un cambio para que vuelvan, sin imaginar que ellos terminarán ideando un plan para que deje de ser perversa. ¿Resultará? Quién sabe, pues es la peor señora del mundo.

La peor señora del mundo

Un ejemplo de lo que puede ser la literatura infantil

La peor señora del mundo es un cuento corto que no tiene una moraleja, ni la necesita. De hecho, ahí reside su poder y su encanto, pues, cuando hablamos de literatura infantil, solemos pensar en historias azucaradas, adoctrinadoras, con ilustraciones de estética popular y con un lenguaje simple, cursi. Sin embargo, este libro propone todo lo contrario.

  • El personaje principal, la peor señora, es bastante caricaturizado, crudo y desagradable, exagerado (muy al estilo de Roald Dahl). 

  • La trama tiene un arco narrativo establecido que no se enfoca en la evolución de sus personajes, ni de su redención, sino en cómo son capaces de jugar con la psiquis de la villana.

  • El lenguaje es sencillo y muy visual.

  • Si bien no hay una moraleja, se percibe el poder de la unidad.

La peor señora del mundo

Y no puedo dejar por un lado las ilustraciones: grotescas, con tonos lúgubres y muy alejadas del estándar estético común. Cada una, además de propiciar la incomodidad de lo que es cruzarse con la peor señora del mundo, dota a la historia de humor y de pesadez, algo que funciona debido a lo que se cuenta y cómo se cuenta. En contraste con los libros de Roald Dahl, que pueden llegar a tener un humor similar y cuyas ilustraciones rebajan la crudeza de la violencia, aquí se potencia. Y eso no está mal.

La literatura infantil puede ser transgresora, desafiante, original y estar fuera de los cánones que se entienden por infantil, y aún así divertir. La peor señora del mundo es el claro ejemplo.

La peor señora del mundo

Así que la próxima vez que quieras elegir un regalo poco común para un pequeño lector, este libro es ideal, pese a que al principio pueda parecer poco apto. Me atrevo a decir que ayuda a romper paradigmas sobre lo que creemos que es literatura infantil.

¿Y tú ya la leíste?

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